La Colección PHotoBolsillo lanzó en 2010 sus primeros volúmenes dedicados a fotógrafos internacionales, creando la Biblioteca de Fotógrafos Latinoamericanos PHotoBolsillo. Cinco años después la colección inicia una colaboración con el Archivo Fotografía Urbana, institución dedicada a la conservación, difusión e investigación de los distintos tiempos de la memoria urbana a través de la fotografía y otros soportes afines, con sede en Caracas, para dar a conocer y promocionar la obra de diferentes fotógrafos venezolanos.
El autor elegido para iniciar esta colaboración es el fotógrafo argentino radicado en Venezuela Tito Caula (Argentina, 1926 – Venezuela, 1978) quien se inició en la fotografía como fotógrafo de cámara fija dentro de la industria cinematográfica. En 1960, cuando emigró junto a su familia a Venezuela, comenzó su labor como fotógrafo publicitario y documentalista. Rama, la de la fotografía publicitaria, a la que terminaría dedicándose más exhaustivamente, fundando en 1967 un estudio de fotografía, Artyphot, junto a su mujer Amparo Quinteiro.
El nuevo ejemplar de la Biblioteca de fotógrafos latinoamericanos reúne 63 fotografías en blanco y negro que recorren la trayectoria de Tito Caula desde el año 1945 hasta su muerte en 1978.
En palabras de la docente, ensayista y curadora Lorena González y el fotógrafo, artista, editor y curador Vasco Szinetar, quienes prologan el libro, el archivo de Caula «remite a una mirada profunda sobre el curso prolífico de lo humano, incluyendo un sumario revelador que despliega la apuesta personal emprendida por el fotógrafo una vez concluido el trabajo solicitado por otro. De este modo, a través de dos territorios unidos en un mismo archivo (la fotografía por encargo y la desarrollada por la propia intención), se inauguró en su producción el enclave de distintos periplos interconectados por el ejercicio diario de la toma».
El fotógrafo argentino dibujó con su cámara el panorama social y político de la Venezuela del momento. Reflejó desde sucesos destacados de la vida cotidiana del país, a conflictos y manifestaciones de la naciente democracia venezolana. Sus imágenes sirvieron de crónica periodística, pero también de crónica urbana pues no faltan en su producción imágenes de la propia ciudad, de sus autopistas, construcciones y edificaciones.
Es en estas donde «la experimentación de técnicas y formatos novedosos enlazan el curso de un registro casi cinematográfico que se hilvana con el contrapunto narrativo de los diferentes niveles de lectura que hay en sus composiciones».
«Tito Caula siempre abordó los temas con un aparente tono menor. Sin invadir con la cámara fue capaz de captar las miradas de los personajes en su intimidad urbana. No buscó el efecto inmediato sino más bien la sorpresa de los protagonistas en un silencio activo. Así surgieron las elipsis y los bullicios del Yo frente al entorno, en sus propiedades y deterioros, en sus miserias y grandezas; un movimiento tan trascendente como efímero que hace del archivo de Caula el registro inagotable de una fotografía entendida como pulso y forma de vida».
Entre sus trabajos fue reportero fotográfico en las revistas Élite, Momento, Páginas y Venezuela Gráfica, trabajó también para la Confederación de Trabajadores de Venezuela y fue acreditado por el Círculo de Reporteros Gráficos de Venezuela. En 1967 funda su estudio Artyphot, pero no es hasta 1995 cuando se le comienza a considerar un autor, más que un fotógrafo de encargos, tras la exposición que le organiza la Galería de Arte Nacional comisariada por José Antonio Navarrete.