Matador dedica un número extra al mundo de los clubs. Una mirada a un mundo secreto, al alcance sólo de sus miembros, que tiene características similares en todo el mundo: el derecho de admisión, la privacidad, normas en ocasiones insólitas… Coincidiendo con la reciente inauguración en Madrid del Club Matador, la revista repasa la historia de los clubs privados analizando para ello tres clubs actuales e indaga, a través de imágenes y de magníficos textos, en los motivos de su éxito eterno. Un número que invita no a mirar por el ojo de la cerradura, sino a traspasar esa puerta donde dice Members only para descubrir las maravillas que se ocultan detrás.
¿Existe algo más atractivo que lo privado, lo prohibido, aquello que no está al alcance de todo el mundo? Los clubs han existido siempre, desde la antigua Roma, y muchas instituciones a lo largo de la historia se han organizado como clubs privados, desde la orden de los Templarios hasta el mismo Parlamento inglés. Hoy, el éxito de los clubs se basa precisamente ese matiz de “privado” en un mundo donde las tecnologías hacen imposible la privacidad de casi nadie. Pero siempre hay algo de exhibicionismo en quien se encierra en un club, así como hay voyeurismo en quienes quieren mirar por el ojo de la cerradura lo que sucede en el interior.
Este número especial de Matador abre con un texto Elogio sin refutación del garrote firmado por el escritor y diplomático Miguel Albero en el que desempolva con ironía la etimología de la palabra club desde su origen – primera acepción inglesa para garrote- hasta lo que implica hoy día. Desde el primer club privado que se conoce, el White’s (1693) hasta el Anglo-German Club (1948), el abecedario, con fotografía de Jane & Louise Wilson, enumera los clubs más veteranos de la historia. Porque el club es Un invento inglés tal y como recuerda Luis Goytisolo en un divertido diálogo ficcionado.
La sección Matadores está dedicada a tres miembros de algunos de los clubs más exclusivos del mundo que tienen como denominador común el éxito profesional a caballo entre Madrid y Londres. El prestigioso diseñador gráfico Fernando Gutiérrez, socio 199 del Club Matador, biografiado por otro grande del diseño, Mike Dempsey; la diseñadora de moda Desiree Mejer,socia 8.268 del londinense The Groucho Club por el periodista de Wallpaper Simon Mills; y el empresario multimedia Bastian Manintveld, socio 10.077 de The Hospital Club en palabras del editor y publicitario Emilio Saliquet. Gutiérrez, Mejer y Manintveld, retratados por Jordi Socías.
La colección de fotografías del galerista Jorge Mara descubre el ambiente secreto de Nueva York entre los años 30 y 60, en blanco y negro. Nombres claves del jazz de la época, Lena Horne -en la portada del número- Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Benny Goodman, Sonny Stitt o Betty Carter protagonizan el primer monográfico de este número. Las acompaña el texto Un enjambre de sonidos cruzados, el periodista cultural Eduardo Hojman, que repasa la época dorada de los primeros clubs de jazz y su innegable legado.
El recién inaugurado Club Matador de Madrid protagoniza dos capítulos y se muestra por primera vez al público. En Interior, el fotógrafo Juan de Sande recorre las habitaciones vacías de un viejo piso de Madrid. Su cámara registró durante dos meses las huellas del tiempo antes de que allí naciera el Club Matador. El artículo La fotografía es un arma con retroceso de Manuel Fontán del Junco analiza el trabajo fotográfico de de Sande. En el segundo capítulo dedicado al Club, Chema Conesa retrata al equipo y algunos de los socios del exclusivo local situado en la calle Jorge Juan. Enric Pastor, subdirector de AD Architectural Digest, ensalza su diseño interior en el texto Elogio del confort; el crítico gastronómico Fernando Point cata la exquisita carta de Yolanda Olaizola, chef del restaurante, en La Cocina. Guisos, nostalgia y modernidad; con Sonrisa, discreción y cócteles, el barman Luca Anastasio rinde tributo a la barra de un bar; la comisaria Lorena Martínez de Corral contempla las colecciones de arte de los socios del club en Un punto de encuentro; el periodista Rodrigo Fresán desgrana la programación y fondos culturales del club en el texto El color noir; y por último Pau Andrés, director de Club Matador, desvela en Tres palabras qué es y cómo surgió la idea de hacer realidad el club.
Los clubs privados también se cuelan en los relatos de clásicos de la literatura incluidos en este número: Las memorias de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle; El Club de los Negocios Raros, de G. K. Chesterton; Los documentos póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens; Jovencitos con botines, deP. G. Wodehouse; y La vuelta al mundo en ochenta días,de Julio Verne.
Las ingeniosas e hilarantes reglas del juego deThe Groucho Club, ideadas por el cómico Stephen Fry,preceden el capítulo dedicado al club parisino Silencio, regentado por David Lynch, y que parece sacado directamente de cualquiera de sus películas. El fotógrafo Jean Marie del Moral inmortaliza sus enigmáticas y sugerentes habitaciones mientras que la jefa de prensa del club, Angèle Rincheval Hernu, desvela su entramado en Un nombre que se susurra de boca en boca. Los tópicos del microcosmos de los clubs privados se ponen sobre la mesa en los artículos de Cuando el mundo dejó de ser masculino, de Isabel Tejeda, Reservado el derecho de admisión, de Pedro Mansilla; y La esencia del elitismo, deValerio Rocco.
Cierra Matador Clubs el Cuaderno Negro de Eduardo Arroyo, una selección de fotografías, recortes y objetos asociados al género negro, vehículo vertebrador de la biblioteca del Club Matador, seleccionada y gestionada por el propio Arroyo. Humphrey Bogart y Lauren Bacall en El Sueño Eterno, Rubin «Huracán» Carter, El Lute, o Miles Davis se cuelan en este cuaderno 100% noir. Los relatos de ficción El pozo, de Santiago Roncagliolo; Flores de temporada, de Marta Sanz y Dos vidas, de Luisgé Martín cierran este ejemplar junto a Un mundo feliz de Amy Milne-Smith, un interesantísimo anecdotario de los clubs más importantes.
Matador, una revista única
Cada Matador, diseñado por Pablo Rubio/Erretres, es un volumen monográfico, bilingüe, de colección, con un formato extraordinario de 30 x 40 cm. Integrado al concepto de la revista se ha producido un fenómeno cultural que propone cada año un vino, un Cuaderno de Artista y una música.
Matador es un proyecto único y finito que nació en 1995 con la letra A y que terminará en 2022 con la letra Z. Artistas, escritores, diseñadores y fotógrafos de primera fila emprenden una aventura creativa especialmente concebida para la revista: explorar las dimensiones de un tema, que siempre va más allá, que trata siempre de una sensación, una idea, una obsesión. Matador ha recorrido, desde 1995, los terrenos del arte, la mente del artista, el caos, los sueños, el miedo, la utopía o la belleza, entre otros temas, y se ha dejado arrastrar por algunas de las fuentes más estimulantes para la imaginación: el Mediterráneo, Iberia, Oriente, México…
A lo largo de estos años, numerosas figuras del mundo de la cultura han participado en la creación de la revista, a la vez que otros se han unido al proyecto como suscriptores: Yves Saint Laurent, Oliver Stone, Rafael Alberti, Henri Cartier-Bresson, Cees Nooteboom, Enrique Morente, Nobuyoshi Araki, James Nachtwey, Ramón Masats, Juan María Arzak, Eduardo Chillida o Miquel Barcelò, entre otros.