Impresiones débiles
31-03-2011 / 21-05-2011
Óscar Muñoz
El trabajo de Óscar Muñoz (Popayán, Colombia, 1951) se caracteriza por el uso de múltiples técnicas -dibujo, fotografía, vídeo e instalaciones- en las cuales se combinan elementos tecnológicos y artísticos con un sentido gestual y poético. Las lecturas de sus trabajos son diversas y exigen alejarse del reduccionismo que asume que en el contexto del arte latinoamericano y colombiano se imponen el romanticismo, el exotismo o la violencia.
Por años Muñoz ha venido utilizando técnicas elementales del grabado, la serigrafía, la fotografía y, en general, la reproducción serial con la intención de problematizar aspectos que giran alrededor de la memoria. Estrategias y técnicas de impresión desarrolladas por el hombre para producir documentos y sus soportes como contenedores para almacenarlos; dispositivos que fungen como prótesis de la propia memoria.
En el primer conjunto de cuatro fotografías Haber estado allí, 2011 el artista utiliza la conocida imagen del cadáver de Jorge Eliécer Gaitán luego de su autopsia el 9 de Abril de 1948. Esta imagen de Sady González ha sido extraída con el corte, tal como fue publicada por el periódico El Tiempo en su edición 100 años. En ella una serie de personas hacen un esfuerzo por quedar incluidos dentro del marco de la fotografía. Como una constatación documental indiscutible del haber estado allí.
El segundo conjunto de cinco fotografías Horizonte, 2011 corresponde a una fila de hombres de las guerrillas liberales de los Llanos Orientales asistiendo a la entrega de sus armas en 1953. (Tomado de una edición del diario El Colombiano. Foto de Franco.) En publicaciones de fotografías asociadas a los actos de entrega de armas por parte de estas guerrillas el artista ha encontrado comentarios como éste: «Guerrilleros de los llanos, en formación, cuando entregaron sus armas (1955). Fotografías como ésta se usaron después para cazar y exterminar a los ex combatientes».
La tercera serie de tres fotografías titulada El testigo, 2011 registra en primer plano el histórico encuentro entre Dumar Aljure y Guadalupe Salcedo jefes de laguerrillas de los Llanos Orientales en 1953. Sin embargo, en este caso la escena no tiene como protagonistas a los jefes guerrilleros en primer plano sino a un testigo desconocido; un hombre que pareciera mirar hacia la cámara, con una mirada algo perdida y extraña.Asimismo, se incluye en la exposición la obra libro abierto (Págs. 156/157) que son una serie de 9 impresiones de libro de la historia de Colombia de los años 50. Los libros abiertos se presentan con una profundidad de campo muy reducida, al extremo que sólo se puede enfocar el punto más cercano a nuestros ojos con la ondulación de sus hojas: imágenes y textos que parecen disolverse en el soporte, como metáfora de la imposibilidad de ver lo que está en un plano más lejano.En el vídeo Horizonte, 2011 Muñoz usa fragmentos de un registro documental hecho por Marco Tulio Lizarazo durante la entrega de armas de las guerrillas liberales de los llanos en 1953. El video desenfocado y blanco, pretende destacar e individualizar personajes de estas secuencias, a pesar de que están tan lejanos como irreconocibles.
Finalmente, en el vídeo Cíclope, 2001 se registra la acción de una mano que disuelve imágenes en un pozuelo con agua que gira constantemente en remolino. Las imágenes, en un flujo incesante, se disuelven ante nuestros ojos. Imágenes que difícilmente reconoceremos o recordaremos. Este torbellino líquido se va oscureciendo gradualmente con la tinta de las imágenes hasta convertirse en un gran círculo negro.
En su conjunto la experiencia artística de Oscar Muñoz gira en torno a los procesos de entropía a los que tanto la fotografía como los archivos digitales están sometidos y en relación con la fragilidad de la memoria explora temas como el narcisismo, el anonimato y la anomia. Las distintas metáforas y los elementos poéticos que la distinguen sitúan su obra en el espacio meditativo de un hondo conflicto existencial, pero a la vez tienden a desplegarse como un modo de compartir con otros las emociones de la fragilidad, del dolor, o de la pérdida y en ese sentido dan aliento en su trabajo a una meditación sobre la caducidad de la vida y el paso del tiempo que adquiere validez y alcance universal.
El efecto el tiempo es un mecanismo básico en el funcionamiento de la obra de Oscar Muñoz, y no sólo porque conecta con la estructura y los modos de la memoria, sino sobre todo porque se incorpora en su trabajo a un proceso de gestación de las imágenes que discurre paralelo al modo en el que las percibimos. La utilización de materiales como el agua, el aire (la respiración), la luz y el polvo, asociados a los más diversos soportes (dibujo, fotografía, video, instalaciones o esculturas), sirven al artista para documentar el carácter efímero de la representación entendida como huella de vida, desvelar la fragilidad extrema de nuestra aprehensión de realidad, o proponer la necesidad de memoria frente a la disolución constante e inevitable del presente.