Anika Larsson
14-12-2010 / 04-02-2011
Anika Larsson
Los nuevo videos de Annika Larsson «Drunk» y «Copia» del 2010 serán presentados en premier en España en la segunda individual de la artista sueca en La Fábrica Galería.
El trabajo de Annika Larsson (Estocolmo, Suecia, 1972) sorprende por la utilización de un lenguaje sumamente personal y deliberadamente perverso. La artista trabaja mediante códigos propios con los que investiga sobre las relaciones de poder y subordinación a los que es sometido el ser humano en su entorno personal y social. Larsson no adjetiva sus trabajos como feministas (en sus vídeos nunca hay mujeres), pero en sus obras subyace siempre esta incógnita pues, en última instancia, la que maneja las riendas de tan extrañas acciones es una mujer, la propia artista.
Annika Larsson utiliza el vídeo para presentar situaciones que esperan la acción. La tensión es evidente por la falta de continuidad, por la lentitud, por la serie de imágenes que parecen congeladas y que sitúan lo que vemos más allá de la realidad. El gusto por el detalle, la fijación casi obsesiva, combinada con la idea del ritual, se acompaña de una música que hipnotiza a los protagonistas de la obra, así como a sus espectadores. El dramatismo surge de la presentación de unas situaciones aparentemente normales, pero con unos códigos internos que desconocemos, y que no sabemos si significan algo. Larsson utiliza la imagen y los recursos cinematográficos desde la libertad del vídeo, y olvida los códigos narrativos, para presentar situaciones más que narraciones, para presentar tensión, falta de acción y un nerviosismo que se apodera del espectador voyeur.
La idea de Drunk surgió de la búsqueda de la artista en Internet, un entorno virtual donde es fácil encontrar imágenes del estado de embriaguez. Annika Larsson seleccionó una serie de stills de videos mandados por distintos usuarios de You Tube, documentando trágico-cómicos ejemplos de los efectos que alcohol tiene en la gente. Saliendo de estas series de imágenes de la web es un mundo que es a la vez atractivo y repulsivo. Drunk es una versión de la hiperrealidad de la web, sublimada a través de la estética de Larsson.
La artista, que ha estado viviendo y trabajando en Berlín en los últimos años, explica que Drunk es casi por completo un video silente (el sonido es casi inaudible). La acción de una persona bebida es representada en un cercano vacío. Sólo los sonidos de la habitación y la presencia de los observadores crean el sonido. Drunk no tiene guión, sólo una serie de reglas. Fue filmado en el estudio de la artista con un joven actor que estaba bebiendo y gradualmente pierde el control enfrente la cámara.
Drunk reúne dos elementos recurrentes en el trabajo de Larsson: refleja los mecanismos de poder y control (y su pérdida) y su tendencia a atraer sus protagonistas en una larga, cercana mirada (conseguida con lentos movimientos de la video cámara) que soporta y realza la condición de ser un voyeur. La video proyección viene con una «documentación» escrita. Son once hojas A4 enmarcadas en las cuales la artista transcribe en papel la no-absurda conversación entre ella y el joven actor durante la filmación. Enmarcadas, como si fueran una forma de escritura automática, son elevadas al valor de un documento oficial, sin serlo realmente.
En «Copia», Larsson sigue jugando con nuestras percepciones, borrando la relación entre sujeto y objeto, representación y realidad, lo familiar y lo extraño. La película tiene lugar en un escenario que recuerda a una naturaleza muerta. Objetos ordinarios como dos piezas de chocolate y un vaso de leche están siendo dispuestos contra un fondo blanco. Con un mínimo de imagen y de lenguaje, acciones e imágenes están siendo repetidas y también enfatizadas por una banda sonora. Las acciones crean una extraña apariencia entre algo muerto y vivo al mismo tiempo.
Las imágenes de los videos de Larsson no son lineales ni transparentes y a menudo parecen jugar con la ambigüedad, la contrariedad y la indefinición. Si algo define pues, el trabajo de Larsson es precisamente ese sentido autónomo de los códigos narrativos y la sensación de desorientación y perplejidad. Extraño universo donde los personajes andan absortos e inmersos en enigmáticos rituales, como en un espacio sin gravedad, que la artista equipara a la sensación de pérdida del sentido de orientación que supone el miedo ante los imaginarios desconocidos.
Annika Larsson lleva a cabo una práctica de incentivación del ojo del espectador que marca una continuidad desde el arte clásico hasta la imaginería de la moda. La cultura visual del mundo occidental está basada principalmente en el acto de la visión. Y como les sucede a los modelos en los desfiles de moda, en sus trabajos tiene lugar un proceso de objetualización: son objets d´árt.
Asimismo, las afinidades de Annika Larsson con el cine van desde la reflexión hasta los aspectos formales. Distante de la estética del video clip o de la publicidad, la artista utiliza ambientes y signos típicos de la narración fílmica, creando pequeños cortometrajes sin tramas pero ricos en argucias cinematográficas como, por ejemplo, el detalle llenando toda la pantalla, el suspense, el sonido que sostiene y enfatiza la acción