La madre ha sido uno de los temas fundamentales de la creación universal desde el principio de los tiempos. Entre la Biblia y la Medea de Eurípides, del Edipo rey de Sófocles a la Pelagia, de Gorki o la Bernarda Alba lorquiana, la literatura de todos los rincones ha creado infinidad de símbolos y referentes de lo que es una figura maternal. Cada autor ha tenido que inventar alguna en sus obras: ¿Responden esos modelos a las suyas? ¿En qué medida nos marcan a la hora de recrearlas en una ficción? ¿Somos fieles cuando las trasladamos al papel? ¿Cuánto de amor o deuda cobramos y pagamos en cada página, cada plano, cada escena, cada paso de baile, cada nota musical cuando ellas lo inspiran? 

La madre está en el origen de muchas creaciones, también planea como sombra y actúa de manera fundamental en los comportamientos de infinitud de personajes. Cada ser humano, real o ficticio, cuando pulula en una obra testimonial o inventada del cine, la literatura, el teatro, la música ha podido vivir muchas vicisitudes variadas en su existencia pero todos cuentan con algo en común: han tenido una madre, han sido traídos al mundo por una mujer, que para bien o para mal, ha influido después determinantemente en sus vidas.