El lector se asoma a las historias de Ismael Grasa igual que contemplaría un iceberg: lo que asoma, lo visible, representa una parte mínima. Los personajes de El jardín, su último libro de relatos –lo ha publicado Xordica–, protagonizan unas vidas rutinarias y detenidas en las que, sin embargo, no dejan de cavar un túnel de salida hacia otro lugar.Ese jardín lo transitan un vendedor de periódicos que sigue en
Eva Puyó puede cantar victoria. Su primer libro de relatos, Ropa tendida, regresa a las librerías en esta semana. Una segunda edición —y una segunda vida— para «una colección de cuentos que puede leerse como una novela de familia», en palabras de Antón Castro, «de un lirismo canalla y sentimental», que dijo Fernando Iwasaki.
La protagonista de Ropa tendida es la mediana de tres hermanos. Su familia está compuesta por cinco personas, que es justo la capacidad de un coche. Sin embargo, en su casa nunca hubo un coche familiar. La protagonista aprende a conducir entre primeros trabajos, coches de segunda mano, novios y exnovios.
