«Literatura viva, Diario Vivo», por François Musseau
«Cuando leía, sus ojos recorrían la página y su espíritu percibía el sentido, pero su voz se quedaba muda y su lengua inmóvil. Cualquiera se podía acercar a él libremente y los visitantes llegaban generalmente sin avisar, con lo cual muchas veces, cuando veníamos a visitarle, lo encontrábamos leyendo en silencio pues nunca leía en voz alta». En sus famosas «Confesiones», escritas en el siglo IV, San Agustín expresa