Domingo por la tarde, por Juan Bautista Durán
Ignacio escribe en el ordenador de Bea en la tarde del domingo veintidós de diciembre, horas después de que dieran el sorteo de la Lotería Nacional, con la misma suerte de todos los años, esquiva y cercana al mismo tiempo, por aquello de que el premio lejano de este año les llevará el próximo a creer que ésa es la suya, su oportunidad, si Dios quiere, si no considera