Madre mía de Florencia del Campo, una lectura de Javier Divisa
No solamente después de la muerte no hay nada, sino que de igual manera no se entiende nada. Entonces el doliente, el afectado puede acudir a la narración; el triste escribe un libro como válvula de escape del insoportable dolor. Normalmente ese libro no será literatura, sino prescripción psicológica, incluso psiquiátrica. Esos eran mis temores, quizá insostenibles e infundados con Madre mía, estar puteado, ver las grietas y no leer