El año de la oveja de madera, por Antonio Romeo
Mis vecinos de enfrente siempre están discutiendo. Da igual la hora, no importa el motivo. Cuando les escucho no puedo evitar sentirme un poco triste, no creo que esa sea su vida soñada. Supongo que en algún momento se llegarían a querer y planearían vivir juntos.
Inútil, que eres un inútil.
Los tengo de ruido de fondo mientras escucho música o intento escribir. Trato de imaginar su gran momento amoroso pero no soy capaz.
¿Estas son horas? Y oliendo así, ¡sinvergüenza!
Hace poco una chica me pidió que le guardara un sitio en casa por si nos terminamos de enamorar.
Al recordar esa frase no puedo evitar levantarme y observar durante un rato el piso de enfrente.
Para empezar tengo que decirle a esta chica que sigo sin tener almohada en la nueva casa.
Perder es algo típico de una mudanza.
Eso no debería asustarla.
También le tengo que confesar que me planteé robar una, pero que aún no lo he hecho.
Y que sí, que por supuesto le guardo un sitio en casa.
Eso vete, vete y no vuelvas.
No sé que pasó por mi cabeza para pensar en robar una almohada.
¿A qué punto ha llegado mi vida en el que me estoy planteando eso?
¿No se suponía que íbamos a tener coches voladores a estas alturas?
Quizás necesite una revisión.
Se ha terminado el disco, espera, que vuelvo a poner música. ¿Te gusta el Ram de McCartney? Últimamente me tiene enganchado.
Me he planteado robar otras cosas, pequeños productos del supermercado, algún disco…
Soy un ladrón en potencia, cariño, bienvenida a casa.
Empiezo a entender a mis vecinos.
He llegado a imaginar varios atracos a bancos.
¿Eso es compatible con el amor?
Lo que debería hacer es montar un pequeño huerto en el jardín de casa, empezar a ser autosuficiente y dejarme de tonterías.
Descarto ese plan enseguida porque me falta paciencia para todo.
Hasta para hacer una lista de propósitos de nuevo año. Nunca la hago, pero tampoco suelo reservar espacio en casa por si me termino de enamorar.
Tampoco sé cuando llegará ese instante supremo, espero que venga un funcionario del gobierno a casa, nos dé una medalla y salgamos en el periódico.
NUEVA PAREJA DE ENAMORADOS EN LA CIUDAD.
Alguna señal clara de que todo se reorienta, que dos mil quince será el año soñado.
Tendría que comprar una botella de champán, ir a casa de mis vecinos, invitarles y acribillarles a preguntas.
¿Os llegasteis a querer en algún momento?
¿La calvicie influye?
¿Sabéis que 2015 es el año de la oveja de madera?
¿Por qué continuáis juntos?
En lugar de eso, y como tantas veces, prefiero abrir las cortinas e ir tomando pequeños sorbos mientras observo sus escenas.
Son mi televisión.
Esa es otra, cariño, no tengo almohada ni televisor, pero tenemos unos vecinos estupendos que pueden ayudarnos a superarlo durante al menos una temporada.
Míralos como discuten, qué pasada.
A nosotros no nos pasará, ¿verdad?
En fin, creo que voy a dar un paseo para recolocar mi cabeza. Pero antes abro mi cuaderno de anotaciones y como si fuera mi lista de año nuevo, escribo rápidamente:
Vecinos.
Comprar almohada. Investigar qué narices es eso de la cabra de madera.
Espero a que termine la canción, apago el tocadiscos y salgo a pasear.
Antonio Romeo nació en Burgos en 1984. Ha editado los poemarios Rara vez tu nombre (Resurrección) y Tratado sobre la oscuridad (Homokin). Ganó el III Concurso de relatos Ciudad de Huesca. Formó parte de la antología de cuentos Revisiones, obsesiones y otros tributos (Comuniter). Es crítico musical en el Diario del Altoaragón y colaborador de la revista El Estado Mental.
El número 42 de Eñe. Revista para leer se llama Basados en hechos reales. A los escritores que colaboran en él les pedimos que buscasen inspiración en la verdad: con fechas, con lugares, con nombres y apellidos. Pero queremos que la revista impresa viva en la revista digital, así que ahora te proponemos a ti que Eñe continúe en tu escritura. Esperamos tus escritos —no importa el género, no importa si relato o poesía— basados en hechos reales. Más o menos ficción en ellos, más o menos rumorología, siempre con una base de hechos más que de palabras.
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(La fotografía es obra de Donato Accogli.)