De milagros, libros y metáforas, por Silvia Gabriela Vázquez
Muchos años después, frente a los anaqueles de la Feria del Libro, la niña que he sido —y la que soy todavía cuando nadie me ve— había de recordar aquella tarde remota en que mi padre me llevó a conocer su biblioteca en el altillo.
Todos los tomos tenían un nombre ,que yo señalaba con el dedo para que fuera él quien los leyera.
Ayudaba mamá, con la voz orgullosa de quien construye nuevamente el mundo para un hijo con ganas de habitarlo.
Apenas encontré aquellas páginas arropadas con letras, descubrí que respirar era eso —leer— y no dudé de mi pasión por ese placer incomparable, ni siquiera cuando mis compañeros de la escuela comenzaron a mirarme como si estuviese enloqueciendo.
Desde aquel día, cada librería es mi Macondo personal, el único lugar en el que la magia se trepa a los estantes para hacer germinar en ellos las historias sembradas por mi infancia.
Hoy, cuando hallé una vieja fotografía tomada en el desván de la casa de mi niñez, mi mano cubrió mi boca para impedir que su asombro hablara.
Comprobé que aquella primera biblioteca, infinita en mi memoria, no era más que un puñado de libros indispensables ocupando una repisa pequeña: Cien años de soledad, Don Quijote, Martín Fierro, la Biblia, una modesta colección de Julio Verne, y allí —entre un ejemplar de Borges y otro de Cortázar— un librito único, con mi nombre en dorado en la dedicatoria de sus tapas rojas, en el que mis padres (sus autores), habían volcado sus sueños, dejándome como herencia el milagro sutil de las metáforas…
Silvia Gabriela Vázquez nació en Buenos Aires en 1971, y es Licenciada en Psicopedagogía. Actualmente dirige una Diplomatura universitaria (UdeMM) y dicta talleres de orientación vocacional. Como escritora, obtuvo reconocimientos internacionales, entre ellos el 1° Premio en el Concurso Navidad Solidaria (Biblioteca de Castilla-La Mancha, 2015), el 2° en el Certamen Literarte (Secretaría de Cultura de la Nación, 2014) y el 3° en el Concurso Bonaventuriano (Cali, 2013). Fue finalista en convocatorias literarias de Argentina, Austria, Chile, Cuba, España, México y Perú. Publicó ensayos breves, relatos y poemas en cuarenta antologías.
El número 41 de Eñe. Revista para leer se llama Leed, leed, malditos. A los escritores que colaboran en él con sus relatos y poemas les planteamos un reto: que al leerlo se despierten, aún más, las ganas de leer.
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(La fotografía, obra de jamelah e., se publica bajo licencia Creative Commons.)