Pájaro visitador, de Raúl Morales
La poesía constituye, más que un género literario, una forma de observar el mundo y de enfrentarse a él. Nos permite descubrir lo esencial, aunque nos empeñemos en dejar que pase. El Gaviero cierra el año publicando Pájaro visitador, un poemario de Raúl Morales que se mueve entre los temas que importan. Con una escritura que es rozadura y al mismo tiempo puñetazo, que ronda pero que también arrasa, hay en sus poemas una fuerza animal que es, también, la propia nuestra.
Raúl Morales nació en Madrid en 1973 y es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Ha publicado los poemarios Del nombre de las cosas (Pre-textos, 1999), con el que obtuvo el Premio Cantabria de Poesía, Casa (Vitruvio, 2010) y este Pájaro visitador (El Gaviero, 2014). Además, ha recopilado y traducido, junto al pintor Yurihito Otsuki, la obra del poeta japonés Makoto Ooka en la antología Memoria y presente (Vitruvio, 2012). En 2013 apareció el audiolibro Tierra y Anatomía, que recogía por primera vez en este formato una antología de su obra (Dom and Loy Audiolibros). En la actualidad mantiene el blog Luz en la ventana.
(La fotografía del autor es de Miguel Morales).
Sobra toda palabra,
se dice la cierva al beber,
oscurece, piensa en
la pequeñez de su pupila, ve
el gran vórtice de Júpiter
azotando el trópico hacia el sur,
piensa, Soy pequeña,
en la pequeñez del ojo veo
el territorio, recorro
de la cola al pico
la espalda púrpura y dorada de Simorgh,
el valle a lo lejos,
donde la luz, donde todo se puede,
dice la cierva,
Me sobran las palabras;
nada tengo ni sé
pertenecemos también a la densidad del plomo, nos preci-
pitamos contra las aguas, Enloquecidas caen las aves, toca-
das van por la piedra, hasta lo más profundo, donde peces y
anzuelos, donde bestias, barcos, redes y huesos […] donde
susurra la barquera, Soporto yo mejor esta oscuridad, pues
al otro lado solo veo luz
habiendo atravesado al animal,
no siente el peso de la espada, ni el rastro
que en su carne deja el filo,
Algo suave en el corazón,
leve corte en
pluma de pájaro de fuego,
dice el coro de grullas,
Habiendo olido sangre,
anheló también la forja,
el orden en el plato,
comida apenas en el gesto
de rozarle las costillas,
la mirada del padre,
oro al fin
bajan los perros,
de sus pitas sangran,
suben sedientos hasta el claro del bosque,
se sacian en la fuente,
entre sus fauces traen
algo de caza, corazón,
el decir de la bruja,
Al hueco del árbol ve
por la bola dorada;
al hueco del árbol eterno
por mi cabeza
y luz para el camino
desde el mercurio, dónde depositas el oro, en qué vientre
cae y se extienden sus hebras, las de la luz, las oscuras, qué
responsabilidad la de esos filamentos
(Ilustración de cubierta de Cristina Llorente).