Carolina Jobbágy recomienda a Georg Büchner

La literatura no tiene prisa. La buena literatura, la que se refiere a lo que importa con palabras que importan —y que le importan—, se toma su tiempo en reconocer qué quiere decir y cómo lo quiere decir. La poeta argentina Carolina Jobbágy ha tardado doce años en entregar su segundo libro de poemas: después de Tabla periódica, que publicó en 2002 la bonaerense Tsé=Tsé, Kriller71 —con sede en Barcelona, pero a caballo entre la poesía en español, en portugués y en inglés— ha dado a conocer recientemente su Historia clínica.

Historia clínica es un libro sabio, delicado y al mismo tiempo arrasador, que teje silencios mientras algo se fragua en sus espacios: poemas sobre la salud y la enfermedad, que guardan relación con lo físico —sus retratos de lo que nos rodea, personas o paisajes, sensaciones, tienen una belleza oscura y rara—, pero también con lo esencial. Un libro en el que, a decir de Mercedes Cebrián, «nos habla el cuerpo desde su papel de médium a través del cual la infección se comunica».

Hemos pedido a Carolina Jobbágy que nos recomiende un clásico: un libro o un autor quizá ensombrecido por los años y las novedades, pero que merezca la pena rescatar de nuestra biblioteca. ¿Su elección? Lenz, de Georg Büchner.

«Novela breve, tremenda y bella al mismo tiempo, Lenz se convirtió, nada más leerla, en un preciado clásico que me acompaña allá a donde vaya, y que no me canso de recomendar. A través de una narración elíptica, de una sintaxis hecha de frases cortas, rotas, que se suceden abruptamente, Büchner nos sumerge en su personaje, el poeta Jakob Lenz, y en esa mezcla de pánico, ansiedad y locura que se va apoderando de él. Y en pinceladas expresionistas vemos desfilar el paisaje de los Vosgos, un clima húmedo, denso, que envuelve a Lenz y a nosotros mismos, y que anticipa algunas de las mejores piezas de la literatura que vendrá».

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Georg Büchner.