Lee a Unica Zürn: te lo advierte Raúl Quinto
Yosotros (Caballo de Troya, 2015), de Raúl Quinto, no es un ensayo. Tampoco es una novela ni es poesía en prosa, pero sus historias pueden leerse como si formaran parte de una novela coral que a su vez fuera un poema que a su vez vehiculase un pensamiento o incluso una tesis sobre la que sí podría haberse escrito un ensayo. Quizá lo que más se parezca a la experiencia de lectura que Raúl Quinto nos ofrece en este libro sea la de una revista monográfica escrita por una sola persona.
Sea como sea, estamos ante una propuesta extraña, líquida, que habla sobre la noción moderna de individuo. Es decir: sobre nuestra identidad. Yosotros ofrece una reflexión multifocal sobre los límites entre individuo y masa en la encrucijada posmoderna, hilvanando, como si de una tela de araña se tratara, una serie de relatos atravesados de pensamiento y poesía que nos terminan atrapando, y donde se explica cómo sobrevivir a las trampas del yo sin desintegrarse en la colectividad. Un libro que nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a plantearnos qué significa ser uno mismo.
Para eso recorremos un laberinto de espejos en el que nos podremos reflejar en una red de historias tan insólitas como reales: la de Mary Ann Bevan, la mujer más fea del mundo, o la de Auguste Sylbaris, el único superviviente de una isla arrasada por un volcán; la del gurú de las teorías conspiranoicas David Icke y sus reptilianos, la de Gilles de Rais y otros asesinos en serie, la del misterio del pan maldito en el pueblo de Pont-Saint-Esprit, la evolución de los marcapasos o del ciberactivismo de Anonymous, el 15M, la Revolución Rusa o la fotografía enferma de David Nebreda.
Raúl Quinto nació en Cartagena en 1978 y se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Granada. Actualmente reside en Almería, donde ejerce como profesor y activista político. Colabora como crítico en revistas como Quimera o El Diagonal. Es autor de varios libros de poemas: Grietas (Dauro, 2002; reeditado por La Garúa, 2007), La piel del vigilante (DVD, 2005), La flor de la tortura (Renacimiento, 2008) y Ruido Blanco (La Bella Varsovia, 2012), traducido parcialmente a varios idiomas y ganador de algún que otro premio. Realizó la dramaturgia para la obra de danza contemporánea Fronteras para la compañía Da.Te Danza. Ha investigado y publicado varios trabajos sobre la relación entre poesía e Internet. En 2010 publicó Idioteca (El Gaviero). Su última novela es Yosotros (Caballo de Troya, 2015). A propósito de esta publicación le pedimos varios descubrimientos literarios, que compartimos contigo:
«Recomendar un libro, como si fuera contar un secreto o un tesoro, es uno de los placeres de la literatura. Compartir enfermedades raras y sin curación posible. Pienso en libros híbridos como Husos, de Chantal Maillard, en mi opinión su mejor obra y ni de lejos la más conocida; o en libros de poemas como Febrero, de Julia Castillo, una de las maravillas en verso de lo que llevamos de siglo y que tampoco hizo el ruido necesario, o entre los libros de la última hornada el Hombre en azul, de Óscar Curieses, y su acercamiento a la memoria reconstruida de Francis Bacon. Pero si tengo que escoger un virus que incubo con afecto y desproporción, y que disfruto como nadie al contagiarlo, al descubrírselo a alguien, es sin duda El hombre jazmín, de Unica Zürn, libro escrito desde el delirio (clínico), que en mi opinión es uno de los ejercicios más al límite de lo que puede dar de sí la escritura como reflejo de lo humano; un libro y un personaje que podrían formar parte, sin duda alguna, del catálogo de seres y estares recogido en Yosotros.»