Manifiesto
UTILIDADES DE LA LITERATURA (Y OJALÁ QUE DE SUS FESTIVALES)
La literatura sirve porque…
… es una acción. Y las acciones pueden ser borrones o luces que cortan. Como el láser que opera la miopía.
… aparentemente no sirve para nada. El juego y el ensimismamiento a veces son útiles para sobrevivir en tiempos de catástrofe. La literatura es un arma de doble filo.
… andamos faltos de realidades. De microscopios y catalejos que nos ayuden a detectarlas. Para lo bueno y para lo malo.
…afina el oído y nos ayuda a captar las secretas frecuencias que solo descodifican los tímpanos de ciertos animales.
… desmiente el tabú y tala el tótem por la peana. Derriba estatuas. Levanta otras.
… indaga en el nexo entre dentro y fuera sabiendo que entre lo uno y lo otro se produce una fricción constante.
… investiga las metamorfosis. Nos lleva a entender la importancia de la cáscara, la crisálida y los tupidos velos.
… repara en la importancia de lo oculto, pero sobre todo en la textura de la manta que cubre el cadáver. En el significado de la forma. En la trascendencia ideológica de lo superfluo.
… no es solo literatura. La literatura es música y también política. Bellas imágenes.
… se compromete con las palabras, pero también con la Historia, la injusticia, el precio.
… vive de metáforas y de los cuerpos que las desencadenaron. Es física: viene de la tierra y a la tierra vuelve. Tiene consecuencias. Interfiere. Mancha.
… se nutre de lenguajes, ideologías, naturaleza humana. Y los construye.
… formula preguntas que a veces no lo son y se atreve a hacer afirmaciones que funcionan como preguntas. Es paradójica y mutante.
… actúa desde la incertidumbre hacia la intrepidez. No se conforma.
… se atreve a contradecir lo sagrado, nuestras convicciones más reconfortantes, por ejemplo la de si somos tan libres como nos creemos. Y lo hace para que de verdad lo seamos.
… a veces se pliega a la voz de su amo y otras desobedece. Se rompe la camisa. Se enrabieta.
… a veces escribir mal es escribir bien y escribir bien, escribir mal. No es un juego de palabras: el orden de los factores altera el producto.
… porque enmascarándose se desnuda y desnudándose posa. A veces oculta el olor a sudor con un perfume que lo enrarece todo. Otras veces, es muy fotogénica.
… ofende, derrocha, exagera. O mete el dedo en lo más profundo y reducido de la llaga.
… pone en contacto a las personas, conforma comunidades, construye conocimiento. Tiende puentes entre las dos orillas de un idioma.
… se pregunta a sí misma: ¿soy un oficio, una pulsión, una condena, un don?
… habla de un país y de un tiempo. De todos los países y de todos los tiempos.
… cuestiona el límite entre el singular y el plural. Lo íntimo y lo público.
… niega cuando muchos afirman y en la negación busca reparar un daño.
… a menudo lo que escuece cura.
… enemista y reconcilia. No siempre es una reunión de gente encantadora. Un encuentro de tupper-sex.
… separa el grano de la paja, la lucidez de los eslóganes publicitarios.
… cura el Alzheimer, pone nombre, desasosiega.
… piensa y nos piensa. Estimula el pensamiento. Da placer.
… va despacio.
Eñe quiere convertirse en el ojo de un huracán que conecte la literatura dominante y la vida cotidiana literaria de los barrios, asociaciones culturales y clubes de lectura, para irradiar desde aquí ideas nuevas o ideas muy viejas que quizá deberían ser revisitadas. Vamos a reflexionar sobre un mundo que cambia vertiginosamente y nos invita a reescribir el significado de algunas palabras y de sus posibles combinaciones: público, lectura, escritura, interior, exterior, texto, violencia, autoridad, dignidad, lenguaje, idioma, educación, espectáculo, crítica, vocación, oficio, progreso, resistencia, reacción, núcleo, periferia, democracia. Vamos a cuestionar si de verdad el medio es el mensaje o si la sentencia mcluhaniana solo es un instrumento para desactivar la posibilidad de la crítica desde el engrasado vientre de la ballena cultural. Incluso desde las optimistas circunvoluciones de internet. Vamos a pensar sobre qué significa escribir bien, sobre el miedo a perder un sitio y sobre la responsabilidad que implica colonizarlo.
La literatura sirve porque Caperucita dice: “Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes” y el lobo, disfrazado de abuelita, responde: “Sí, hija, son para verte mejor”. Y después el lobo se come a Caperucita y el leñador destripa al lobo y le llena la hueca bolsa intestinal de piedras y lo tira al río. Sin paños calientes. Y ahí te quedas tú, lectora, lector, con la boca abierta y la mandíbula temblona.
Marta Sanz
Directora del Festival Eñe 2016