Revista Lateral: Escuela de novedades, escuela de asombros, por Queralt Castillo
Diez años se cumplen ya de la desaparición de la revista Lateral, (1993-2006), un proyecto alrededor de la palabra en todas sus formas nacido de la mano del húngaro Mihály Dés. Desarrollado en Barcelona, pero con tentáculos en Latinoamérica, Lateral fue un inicio, un soplo de aire fresco que crearía una escuela de escritores y escritoras que ahora deleitan tardes de domingo otoñal, viajes en autobús o los minutos antes de ir a la cama. De allí salieron Gabriela Wiener, Roberto Bolaño, Ignacio Echevarría, Robert Juan-Cantavella, Juan Trejo, Jordi Carrión o el mismísimo Mathias Énard, ganador del Gouncourt 2015 por “Brújula”, traducido al español, precisamente, por Robert Juan-Cantavella, quien fuese jefe de redacción de Lateral durante su última etapa.
Lateral fue una cofradía de amigos que trabajaron incansablemente para sacar un proyecto adelante, sin ser nunca conscientes de lo que realmente estaban creando: una escuela, un espejo en el que mirarse. Escritores de diversas latitudes se aglutinaron alrededor de Dés, quien siempre tuvo un especial interés por los demás, por las historias reales y las voces ajenas. Constantemente al borde del naufragio económico, Lateral siempre tuvo como objetivo principal mostrar todo el talento posible. El talento que le llegó, por ejemplo, de la mano de Robert Juan-Cantavella quien, obsesionado por formar parte de la comunidad de literatos que se estaba formando en Barcelona, decidió coger el montante, salir de su Castellón natal y mudarse a la condal en busca de un sueño. También Jorge Carrión dio sus primeros pasos en Lateral, donde empezó reseñando libros que nadie quería leer, y trabajando codo a codo con Dés, o mejor dicho, frase a frase para mejorar su escritura. Allí, siempre según ellos mismos, lo aprendieron todo, para bien y para mal.
En Lateral se publicó por primera vez a Piglia, y a tantos otros que ahora son comunes en estanterías y ratos de desasosiego. Siempre repitió Dés que Lateral fue una escuela sin prejuicios, donde no se buscaba la firma sino el contenido. Nunca se buscó la amistad de ningún escritor o escritora, tan sólo sus palabras. Con escrúpulo, meticulosidad e ingenio logró Dés mantener la revista a flote durante doce años, pero eso, como casi siempre, no fue suficiente.
El sueño de papel terminó un domingo de 2006 a las seis de la tarde, cuando Robert Juan-Cantavella recibió una llamada de la redacción. Era Mihály Des: tenía que hablar con él. El húngaro solía estar en la redacción los domingos, saboreando la soledad de la oficina vacía. Los números no salían, un diagnóstico que siempre fue probable
Lateral echó el cierre, pero para siempre nos quedará ese periodismo artesano, curado, cocinado a fuego lento, tejido mediante una finísima red de cómplices y contraseñas que aún hoy en día siguen rigiéndose por lo allí aprendido. Lateral nunca tuvo que ver con la industria ferial que se ha formado hoy en día alrededor de la literatura. Tuvo que ver con el amor a la creatividad, el amor al arte y, sobre todo, el amor a la palabra.
Queralt Castillo
Fotografía cedida por Casa América Catalunya