El fútbol es minoritario, por Sergio del Molino

Voy a centrarme en el último Madrid-Barça, celebrado el 16 de agosto de 2017. Según los datos de audiencia, el partido fue visto en España por 7.139.000 espectadores, lo que suponía poco más del 50% del total de personas que en ese instante estaban viendo la tele en el país en ese rato (unos 14,2 millones).

Es una barbaridad de gente. Prácticamente ninguna emisión congrega a tantísimos espectadores. Con la mitad de esa audiencia se puede liderar un prime time. Sin embargo, voy a hacer el experimento de tomar los datos en perspectiva.

En España viven 46.528.966 personas (algunas más si sumamos inmigrantes sin papeles, turistas, gente de paso y residentes comunitarios no empadronados). No todas son espectadoras potenciales, pero la inmensa mayoría sí. Pongamos que los menores de nueve años, que son 4.606.790 chavalillos y chavalillas, no ven la tele a las horas del fútbol o no han desarrollado aún afición por ese deporte. Es una presunción generosa, pues es obvio que hay muchos niños de seis, siete y ocho años que ven partidos de fútbol, pero simplifico y así incluyo a las personas de más de noventa años, muchas de las cuales tendrán discapacidades y enfermedades que les impedirán ver un partido.

Esto nos da un total de 41.922.176 personas de audiencia televisiva.

Pues bien: la mayoría de esos españoles no estaba viendo la tele a la hora del partido. Sólo 14,2 millones, es decir, el 33,8%, estaban pendientes del televisor. Sólo un tercio de la población española estaba viendo la tele, y de ese tercio, sólo la mitad (sobre el 18%) estaba viendo el fútbol.

Sólo un 18% de la población española vio el Madrid-Barça del 16 de agosto de 2017. O, lo que es lo mismo: el 82% de los españoles estaba haciendo otras cosas.

Un mísero 18% para un “clásico”. El fútbol, no cabe duda, es una expresión cultural minoritaria.

¿No es hermosa la imagen de un país dándole la espalda a la televisión mientras todo ese país está convencido de que todos están viendo el partido?

El no espectador de fútbol se siente una minoría en prácticamente todos los estratos y ámbitos sociales y culturales. El fútbol es tan invasivo, ocupa tantísimo espacio en los medios de comunicación y se cuela en tantísimos recovecos, que da una impresión totalizadora. Pero es falsa. El fútbol, quod erat demostrandum, es una expresión cultural minoritaria, y como tal debería empezar a tratarse.

No más prime time, no más portadas de periódicos, no más presencia de los reyes en los palcos. Queremos que se les llame titiriteros y subvencionaos (sin d intervocálica). Queremos que los cuñados bostecen a los cinco minutos de la primera parte diciendo que eso es muy aburrido y pedante y que su sobrino de cinco años lo hace con la minga, como los cuadros de Picasso. Queremos que lo programen a las tres de la madrugada en La 2. Queremos que pidan a los tertulianos y periodistas que no hagan alusiones futbolísticas en sus intervenciones y crónicas, porque hablan y escriben para todo el mundo y no está bien que suenen afectados y alejen al espectador/lector medio. Queremos que corten las retransmisiones para dar últimas horas sobre el comienzo de temporada en la Scala de Milán o la edición de un nuevo libro de Steven Pinker. Queremos, en fin, que los padres desanimen a los hijos que quieren ser futbolistas porque de eso no se come y vas a ser un desgraciao (de nuevo, sin la d intervocálica) toda la vida.

Si son minoritarios, que se comporten como tales.

 

Fotografía: Edwin Lara (Todos los Creative Commons)