Un lugar solitario, por Sergio del Molino
Aprovecho este jueves atípico en el que a nadie le apetece hablar de muchas cosas para compartir una felicitación navideña que recibí hace unos días. Es una cita de la escritora británica A. S. Byatt recogida de una de esas entrevistas de The Paris Review que forman la serie The art of fiction: «I don’t like people who ask you to follow or believe. I like people who ask you to think independently» («No me gusta la gente que te pide seguir o creer algo. Me gusta la gente que te pide que pienses con independencia»).
Cuando la recibí pensé que pocas frases podía haber más pertinentes justo después de unas elecciones tan ruidosas. En un mundo de tirios y troyanos, de gente que amenaza con irse del país si su partido político pierde o gana el que no le gusta, de ligas de fútbol, de cantos tribales, de ellos y nosotros en todos los niveles, conmueve la sencillez de una cita que, a pesar de su simpleza, expresa un gusto muy minoritario. A casi nadie le gusta eso. Buscamos líderes, mesías, ídolos a los que amar e ídolos a los que matar. Identificamos amigos y enemigos en los gestos más nimios, e inferimos cualquier cosa que al final sólo es un prejuicio.
No teman, no me voy a poner excesivamente ñoño. También soy reacio a la navidad, esto no es un villancico. Pero sí aprovecho este momento de respiro, la tregua navideña que todas las guerras declaran, para abogar por el relax de pensamiento. A la literatura no le sientan nada bien los mesías ni los comisarios políticos. La literatura, al final, si se hace a conciencia, lleva a un lugar solitario que, en este país, casi nunca se entiende. Déjenme estas líneas para recordarlo, para pensar en ello un instante antes de sacar las cosas de la nevera y ponernos a cocinar la cena de Nochebuena.