Monógamos contra poliamorosos, por Sergio del Molino
Creía que esta temporada se llevaba el poliamor, la forma posmo de nombrar lo que nuestros abuelos anarquistas llamaban amor libre. Un amigo escritor está a punto de empezar una especie de movimiento político que saque del armario a las parejas poliamorosas, que sólo se polinizan entre sí, pero pueden picar en todas las flores que quieran. A mí me gustaba más cuando se llamaba amor libre. Poliamor suena a polideportivo, y me parece que tiene su mismo glamour de vestuario y bañador mojado, pero entiendo que amor libre queda muy grandilocuente para unos amores que se quieren más de andar por casa. O de andar por muchas casas. Otro amigo ha escrito una novela de próxima publicación sobre esto mismo del poliamor. De repente, mucha gente de mi entorno habla, escribe y vive en el poliamor. Creía que era la tendencia de la temporada, pero hete aquí que recibo el nuevo poemario de Marta Sanz, Cíngulo y estrella (Bartleby Editores), y me encuentro con una vindicación de la monogamia. No es poesía amorosa, sino poesía conyugal. Así lo etiqueta la propia Marta.
Monógamos y poliamorosos (me sale todo el rato escribir polígamos, que me suena también a polígono, polígono industrial: ¿por qué todo lo que tiene que ver con este tema me huele a lugares destartalados y tristes?) comparten una misma sensibilidad informal. Unos y otros defienden un amor ‘de perfil bajo’, como diría un ejecutivo en un powerpoint. Ni tristanes ni isoldas: cosas sencillas, de un lirismo de caja de pizza y botellín de cerveza, normalidad. No se dan aires. El amor posmo es un amor cómodo que no se arregla ni se peina mucho.
También se parecen, monógamos y poliamorosos, en reivindicar su condición revolucionaria. O rebelde. O contestaria. Los poliamorosos sienten que salen de un armario y están destruyendo las últimas posiciones de la institución del matrimonio y de las relaciones entendidas como propiedad privada. Los monógamos dicen que, en un mundo tan cambiante, donde la pornografía es tan conservadora como una misa, hacer honor a eso de no separarse hasta la muerte es darle en toda la cara a la sociedad de consumo y a la economía del usar y tirar.
No sé qué se lleva más esta temporada, si la monogamia o lo poli. Creía que lo segundo, pero cada vez son más los libros que reivindican la vida en familia, el hogar y el amor de pareja tradicional como formas de resistencia a un mundo que busca destruir cualquier forma de identidad individual. El debate va creciendo en la literatura, se van a sumar más libros a él. Habrá que estar atentos.