Aquí y ahora 14 (Diario de escritura), por Miguel Ángel Hernández
Lunes 17 de octubre
Escribes el diario. Es la primera cosa que haces los lunes. Una hora. Recapitulación de la semana. Comienzas tomando impulso.
Terminas de preparar el espacio de AB9 para el taller literario de la tarde. No dejan de surgir cosas a última hora. Llegas a casa con el tiempo justo para comer, vestirte y regresar a Murcia.
En el taller, los estudiantes cuentas sus novelas posibles. Sinopsis, historia y tema. Te das cuenta de que todos llevan encima una obsesión, una historia que quieren contar. Por eso quieren ser escritores. Abrir el mundo íntimo a los demás, dejarlos entrar, prestarles las llaves del alma.
Dylan no coge el teléfono a la Academia Sueca. Pero en su web pone “Winner of Nobel Prize” y seguro que también lo pondrá en sus libros –los editores no podrán resistirse–. No aguantas más la tontería y las opiniones de todo tipo. Mejor no decir nada para no contaminar el ambiente.
Martes 18 de octubre
Por la mañana vas con tu hermano a firmar un préstamo para tu sobrino. Se te va allí medio día. Querías escribir y la realidad te ha quitado la posibilidad. Al volver a casa, envías varios mails y completas el día burocrático.
Preparas la clase del día siguiente, ves el Madrid y no consigues concentrarte para hacer nada en condiciones.
Miércoles 19 de octubre
Despiertas cansado. Tienes mala cara, te dicen. En clase, hablas de Alois Riegl, la voluntad de forma y la visión del arte como una serie de respuestas a las preguntas de la época. No hay estilos mejores que otros. En cada tiempo, el arte responde a unas preocupaciones concretas. No hay momentos de clímax y momentos de decadencia.
Llegas a casa cansado y duermes una siesta reparadora. Al levantarte, todo fluye. Te sientas frente al ordenador y escribes sin parar hasta más de medianoche. Ni siquiera frenas para preparar la clase del día siguiente. Vas llegando poco a poco al fin de la segunda parte de la novela. Comienza a tomar forma y empieza a sincronizarse con el presente.
Eres consciente de que hay un momento en que el diario y la novela van a coincidir. De hecho, juegan a reflejarse. Son reverberaciones. Quien lea esto, cuando llegue a la novela, recordará algo de lo escrito; tendrá una experiencia previa de aquello a lo que se va a enfrentar. Y, al revés, quién lea la novela primero y, por curiosidad, se acerque entonces al diario, revivirá estos momentos de construcción.
“Escribir una novela a lo Panenka”, se te ocurre tuitear. Una novela en dos tiempos. Una novela en el espejo.
Jueves 20 de octubre
Apenas has dormido. Te levantas cansado, con el tiempo justo para preparar la clase. Dos horas con Heinrich Wölfflin y sus conceptos fundamentales de la Historia del Arte. Todo suena a pasado, pero hay cosas rescatables. Los modos de ver, la historia de la sensibilidad, la idea de que la mirada se configura a través del tiempo… En el fondo, ahí está la base de los estudios de cultura visual.
A las cuatro, dos horas de clase en el máster de Bellas Artes sobre tu producción teórica. Acabas quince minutos antes para bajar en moto a Murcia al taller de escritura creativa. Llegas empapado por la lluvia. Tras el taller, presentación del último libro de la Fundación Newcastle. Después, el último número de la revista la Galla Ciencia. Hoy es una yincana. Regresas a casa reventado y antes de las doce estás durmiendo.
Viernes 21 de octubre
Preparas la presentación de Arte político y compromiso social, el ensayo de Isidro López Aparicio que ha publicado el Cendeac. El libro entra a cuchillo en el contexto del arte actual, identificando las incoherencias, inconsistencias y perversiones de eso que se ha convertido en un lugar común de la práctica contemporánea, lo político. Con un lenguaje fluido y alejado de la jerga de la tribu, este artista observa el modo en que cierto arte aparentemente comprometido, en el fondo, no es más que otra de las herramientas del sistema para perpetuarse. Frente a ese arte que aprovecha el conflicto y la injusticia para producir valor económico e institucional, López Aparicio propone un arte ético y responsable, con conocimiento profundo de los contextos en los que trabaja. El arte como plataforma para la trasformación, y no, como suele suceder, el conflicto como plataforma para el arte. Entre el arte y la vida, gana la vida.
A las siete y media es la presentación. Después, tras una cerveza con Javier e Isidro, a quien aún no conocías en persona, sales para el cumpleaños de María. No cesas de encontrarte amigos durante toda la noche. Bebes más de la cuenta. Pero todo acaba donde tiene que acabar.
Sábado 22 de octubre
Despiertas con resaca y comienzas a preparar la maleta para el día siguiente. Ves el primer episodio de la tercera temporada Black Mirror. Te conquista rápidamente. Cada capítulo es una tesis sobre los usos y abusos de la tecnología en el presente. Lo realmente perturbador es que explora futuros posibles. Las distopías que plantea están a la vuelta de la esquina. Uno puede reconocerse en algunos comportamientos de ese mundo exagerado. Por supuesto, es una fábula moral. Charlie Brooker, el creador, es un apocalíptico y su visión es extrema. Pero en la caricatura también está la verdad.
Tarde-noche de sexo. El cuerpo te responde. Te olvidas de todo.
Antes de dormir, cuando imprimes todos los documentos para el viaje, te das cuentas de que has sacado el billete de tren para el día equivocado, el domingo de la semana pasada. Tienes que comenzar a correr para encontrar un pasaje libre. Algún día perderás la cabeza.
Domingo 23 de octubre
Sales para Madrid en el tren de la una. Pasas el viaje pegado a Basado en hechos reales, la última novela de Delphine de Vigan. Desde que la abriste no la has podido soltar. Parece que está escrita para ti. Es exactamente el tono que quieres buscar para tu novela. Te apasionan especialmente las reflexiones sobre la importancia de la realidad en la ficción, sobre la necesidad que tienen los lectores de sentir que lo que leen es real, verdadero, que ha sucedido a alguien concreto y que ese alguien, como un confidente, está abriendo su alma. De Vigan identifica el giro de lo real en la literatura contemporánea, la búsqueda de lo auténtico, pero también las estrategias a través de las cuales la literatura finge esa autenticidad. La novela es en sí misma fruto de esas estrategias, de ese efecto realidad sobre el que no deja de reflexionar. En cuanto regreses de Canadá leerás su novela anterior. Ya no puedes aguantar.
En Madrid, llueve y hace frío. Compras ropa y casi desbordas la maleta. Cenas junto al hostal y te vas temprano a la cama. Mañana va a ser un día largo. Estás nervioso. El inglés se te atraganta incluso antes de salir. Tomas melanina para dormir. Sueñas con una novela que no encuentra el modo de escribirse.