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Para quienes no disfruten con asesinatos y casos por resolver, Leonardo Padura también es autor de una generosa obra sin teñir de negro. La novela de mi vida (2002) aborda otra investigación, eso sí: la de Fernando Terry, que regresa del exilio para buscar la autobiografía desaparecida de poeta José María Heredia, sobre quien realizó su tesis doctoral. La búsqueda del manuscrito se entiende, a la vez, como una búsqueda hacia uno mismo.
La novela más célebre de Leonardo Padura fuera del ciclo de Mario Conde es El hombre que amaba a los perros (2009), en la que Iván —viudo, veterinario, aspirante a escritor— piensa en 1977 desde 2004. Entonces conoció a un hombre, el que amaba a los perros, que le confesó todo cuanto sabía acerca de Ramón Mercader, el asesino de Trotski. Estas conversaciones nos acercan a la figura de Trotski y de su asesino, cuyos periplos conocemos, siempre con la Cuba contemporánea como telón de fondo.
La novela más reciente de Padura es Herejes (2013), con una excusa pictórica: un pequeño pienso de Rembrandt que viaja de Alemania a Cuba en el inicio del nazismo. Sin embargo, el plan fracasa, y el barco regresa a Europa con el cuadro y con sus portadores —la familia judía Kaminsky— a bordo. Padura salta de nuevo en el tiempo, y sitúa la acción en el presente, donde un descendiente cubano de los Kaminsky querrá averiguar qué ocurrió. Se cierra el círculo con la ayuda de un viejo conocido: el investigador Mario Conde.
(Detalle de la cubierta de la edición en bolsillo de El hombre que amaba los perros.)