Del color de la leche de Nell Leyshon, una lectura de Javier Divisa
Del color de la leche es una novela categóricamente cruel, absolutamente deliciosa y profundamente empática. Por tanto es una novela de invisibles, de supervivencia. Road to hell. Es una novela llena de hijos de puta que han sido modelados por otros hijos de puta precedentes. El eterno dilema, la disyuntiva del abyecto maltratador (yo también lo pasé mal con padre y madre, las vacas, el trigo, sudad como perros, en fin). En la familia de Mary (todos amamos a Mary, la niña de 15 años que escribe su propia historia en las hábiles manos de Leyshon) la emoción no sólo está sepultada (de manera ancestral, atávica) sino que cualquier leve inquietud o sentimiento va a ser golpeado fuerte. Por tanto la panorámica de las estaciones, la introspección de Mary con el mundo exterior y las relaciones con el abuelo (es muy gracioso cuando dice de la hostia), la señora Graham, Edna, la ama de llaves del vicario, y su hermana Violet, conforman la fracción sensitiva de la novela desde una perspectiva mucho más amable que las expectativas con el resto de miserables.
éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.
en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno yo
todavía estoy sentada al lado de mi ventana. el viento entra por la grietas del marco
estoy cansada de hacer esto y me duele la muñeca de hacer esto.
pero me prometí a mí misma que escribiría la verdad y las cosas que pasaron. eso es lo que voy a hacer
y mi pelo es del color de la leche.
El escenario es 1830, Inglaterra, Revolución Industrial, Inglaterra rural, por tanto, atendiendo al período y sus circunstancias se alza con mayor transcendencia el espíritu combatiente, a veces descarado, incluso blasfemo, a menudo, travieso, sagaz, de Mary. Siempre justificado. Más cuando la bondad se torna perversa para ejercer la depravación sobre una chica analfabeta, cuestión más que relevante para determinar que no solamente la literatura se abarca desde la erudición y la experiencia, sino que gracias a la destreza interpretativa de Nell Leyshon emerge un libro perspicaz y apasionado, con estimulantes atisbos y conjeturas que avanzan hacia el mal. El averno.
Algo que se barrunta sin violencia, con mesura, en todo su recorrido, con toda la determinación de la memoria y la finalidad de una vida conmovedora, como vienen a ser todas las vidas cómicas y dolientes.
Todas las situaciones planteadas en Del color de la leche defraudan el convencionalismo ya sea afectado y protocolario, también terrible e indolente, del siglo XIX en la Inglaterra rural, lo cual tiene una consecuencia paradójicamente reveladora: la resistencia de Mary tiene una aleación de ironía y franqueza, de cáustica e instinto de supervivencia, la chica honesta y bienintencionada del libro, siempre admirable y a merced de los acontecimientos, los equívocos y la hipocresía de los demás. La armonía del fracaso, a la que es tan proclive la narrativa inglesa avala con cierta continuidad una visión de la individualidad y de la historia que emana una implícita connivencia con las condiciones del momento histórico, el Statu quo, el equilibrio instaurado, el rigor jerárquico, y la certeza de que Mary nació en lugar y fecha equivocados.
Si bien puede ocurrir que tengan lugar más revelaciones, algo muy inherente a los libros que son más importantes de lo que parecen en un primer momento. Y como tal, demanda lecturas, resoluciones, balances, tal vez enseñanzas, más allá de la precisa y doliente historia.