Cinco novelas que transcurren en espacios cerrados, por José Eduardo Tornay

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Internado (Cuatro por cuatro – Sara Mesa)

El internado femenino en el que transcurre esta novela, Wybrany College, se propone ser una isla de acomodamiento y aislamiento frente a la vida exterior, la civilización en decadencia que se desmorona. Sin embargo, hay un grupo de residentes que proyectan huir de ese confort. En el entorno está Vado, la ciudad en descomposición, ese lugar mito y símbolo donde se sitúa también Un incendio invisible, la anterior novela de Sara Mesa que se acaba de reeditar.

El Wybrany, por supuesto, es un lugar siniestro en el que nadie debe relajarse. Hay un grupo de becarios, hijos de trabajadores del centro, que sirve de contrapunto al grupo de las elegidas: asistimos a una lucha de clases a pequeña escala.

También hay un misterio –así las novelas para adolescentes-. La llegada de un agente externo, Isidro Bedragare, profesor sustituto, hará que su narración, en forma de diario, figure como una especie de investigación para desentrañar la farsa –la convención- en la que se sustenta el colegio, como toda institución totalizadora.