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Algunas lecturas no se llaman lecturas: por el golpe de lo que cuentan, por cómo lo cuentan, se llaman experiencias. Ocurre con los libros de Ariana Harwicz (Buenos Aires, Argentina, 1977), que participó en Festival Eñe 2012 y que ya había publicado en España Matate, amor —aquí en Lengua de Trapo en 2012; en Argentina, en Paradiso el mismo año—, traducido al hebreo y adaptado al teatro. Ahora el lector español recibe —vía Mardulce— su novela La débil mental, una historia perturbadora que nos obliga a replantear qué entendemos por familia: la relación entre una madre y una hija, «casi animal» según Mardulce, sirve como pretexto.
En la escritura de Ariana Harwicz rastreamos a Nathalie Sarraute, Virginia Woolf y otras autoras que combinaron ambición formal y conciencia de su identidad. El flujo de conciencia que vertebra La débil mental se enfrenta, a su vez, a la violencia y la desolación que hunden a sus personajes principales: está lo que se piensa, y a la vez está lo que se siente. En La débil mental hay poesía —con cierto decir entre géneros—, y preguntas sobre el deseo y el sexo y el cuerpo, y muchas escenas que nos plantean de qué manera nos enfrentamos a la lectura y a la vida. No apta para lectores sensibles… o justamente sí.
(La fotografía de Ariana Harwciz es obra de .)