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Conocíamos a Selva Almada (Entre Ríos, Argentina, 1973) porque resultó finalista de nuestro premio Cosecha Eñe 2009, y porque algunos años más tarde —en nuestro número 35, Yo, mí, me, conmigo— repitió en las páginas de Eñe. Habíamos leído Ladrilleros, su segunda novela, que Lumen publicó en España en febrero de 2014 —la edición argentina fue cosa de Mardulce—, y habíamos leído también Chicas muertas, publicada por Literatura Random House a uno y otro lado del Atlántico. Ahora disfrutamos, por fin, de su primera novela, que edita en España el mismo sello que en su país de origen, Mardulce.
El viento que arrasa se disfruta, sí, por la generosidad de una escritura plena de referencias y sugerencias, y por una historia que nos aleja de las geografías que ya conocemos. Selva Almada nos cuenta la historia de un pastor protestante y su hija, de viaje por el norte de Argentina, y que conecta con Faulkner, con Rulfo, con Onetti y con McCullers. El viento que arrasa, publicado originalmente en Buenos Aires en 2012, vendió 18.000 ejemplares; fue traducido al alemán, francés, holandés, italiano, portugués y sueco; y están en proceso de producción sus adaptaciones cinematográfica y teatral.