En cualquier instante puede llegar el momento, por Juan Bautista Durán
Es la calma ansiosamente estresada del hincha la que describe su experiencia, esa tensión que acumula en las extremidades a la espera de que su equipo ponga el balón en juego, se haga con el ritmo del partido y bata la portería rival. El momento, esto es, tal como escribe el filósofo inglés Simon Critchley en el libro En qué pensamos cuando pensamos en fútbol (Sexto Piso, 2018). Son bastantes los títulos de corte futbolístico que en estas fechas, coincidiendo con el Mundial de Rusia, ocupan las mesas de las librerías. Lo más llamativo es que ya no se trata de biografías de las estrellas de turno o de anecdotarios inflados de personajes de la cultura en torno a su equipo, sino de obras que pretenden explicar el fútbol, entenderlo, asumir su importancia y volverlo ciencia.
Ese cambio se puso de manifiesto en España en 2011, cuando en plena crisis económica el semanario Don balón dejó de publicarse, treinta y cinco años después, y a los pocos meses aparecía la revista mensual Panenka. Ésta tendría su réplica al año en la revista Líbero, también mensual y con una línea muy parecida. Ambas indagan en el fútbol en tanto que deporte y fenómeno sociológico; y en su historicidad, desde el barro de los barrios al tapete verde de los escenarios más elevados, intentan sacar la literatura que encierra. Un ejercicio que no es el nuevo periodismo pero bebe sin duda de aquellos manantiales y acerca al lector no los goles sino el sentimiento, el impacto de la bota con el balón y el olor de la hierba mojada al replegarse el equipo.
El advenimiento de internet fue clave para ese proceso, ya que un modelo de revista como Don balón, centrado en los resultados de las distintas categorías del fútbol español, sus estadísticas, fichajes y pequeñas entrevistas o reportajes sujetos a la actualidad, carecía de sentido. El aficionado moderno lo tiene en la red con un solo clic. Y de hecho Don balón se reinventó, en 2015, como página online dedicada a la inmediatez futbolística. Fichajes, resultados, rumorología. Prensa rosa, en fin. Lo que, en palabras de Critchley, es una mezcla de deleite y asco.
Aficionado él mismo al deporte rey e hincha acérrimo del Liverpool, no está claro si Critchley escribió este libro para entender mejor el fútbol o para disculpar su afición. En algunos puntos se aprecian ciertos rodeos o explicaciones sobre lo que va a decir o pretende indicar que a priori no hacen falta, detalles que tal vez forman parte de su estilo y tienen su equivalente en echar el balón para atrás, al portero, a fin de reiniciar la jugada y a riesgo de perder la posesión en una zona muy peligrosa. Busca los espacios, es cierto, y lo hace de una forma clara, que no abrume al lector una incorporación de Sartre desde el centro del campo o un desmarque de Heidegger en lo que sería la reproducción del acto futbolístico. Un balón tras otro, como en un entrenamiento, porque la esencia del fútbol no está en ganar, sino en el juego. Y todos los equipos acaban perdiendo.
Hace poco decía Lionel Messi que no podían estar un año más sin ganar la Copa de Europa, una afirmación absurda, directa no obstante al corazón de la hinchada, que a menudo niega las virtudes del juego. Esos matices sobresalen cuando Critchley acude a voces del mundo del fútbol, o a la suya propia en su condición de hincha, y sobre todo al hablar del socialismo en las primeras páginas. ‘El fútbol es el movimiento del socius —escribe—, la libre asociación de los seres. En él, la estructura moldea las relaciones entre la acción individual y la colectiva dentro de esa forma dinámica y en cambio constante que es el equipo.’ Y añade: ‘La libertad no es algo que se experimente alejado de los demás, sino que es el resultado únicamente de la asociación, donde el acto colectivo integra a la vez que realza la acción individual.’
Son varios los jugadores que se han referido al socialismo. Entre ellos, la leyenda del fútbol brasileño Sócrates, el campeón del Mundial 74 con Alemania Paul Breitner o el incombustible Javier Zanetti, excapitán de la albiceleste y del Inter de Milán, de quien el autor inglés recoge estas palabras: ‘El socialismo en el que creo no tiene que ver con la política, es una forma de vida, una forma de ser. Considero que la única manera de vivir y de alcanzar un éxito verdadero es a través del esfuerzo colectivo, donde todos trabajan para el resto, donde todos se ayudan entre sí y al final disfrutan de su recompensa.’ Esta filosofía, necesaria en el terreno de juego, se pone en entredicho sin embargo una vez finalizados los noventa minutos. El dinero, como señala Critchley, es la contradicción más básica y profunda del fútbol. ‘Está completamente mercantilizado, saturado por los mecenas y por la cultura de marca más estúpida y vulgar.’ O, en palabras del entrenador argentino Marcelo Bielsa, ‘el mundo del fútbol cada vez se parece menos al aficionado y más al empresario’.
La consideración en que Critchley tiene al aficionado es enorme, consciente de que ni el juego ni el equipo están colmados sin la afición. ‘Sólo los espectadores pueden garantizar la totalización del equipo y la del partido en su conjunto. Los jugadores juegan, pero sólo los hinchas ven el cuadro completo.’ En que pensamos cuando pensamos en fútbol es sin duda un libro para el hincha, y no a la fuerza erudito. No va de eso la cuestión. El buen espectador domina todos los códigos del juego y Critchley propone una simple ampliación de ese conocimiento, sin hablar de millones ni de grandes estrellas. El fútbol es para él un ‘ejemplo profundo de racionalidad discursiva’ y en estas páginas sentimiento y erudición se dan la mano, como fe y razón, en pos de una poética moderna alrededor de la pelota.