«Tuyo es el mañana» de Pablo Martín Sánchez (Una lectura de Santi Fernández Patón)
Comenzaré esta reseña con un tópico: Tuyo es el mañana consolida a Pablo Martín Sánchez. Quizás no era necesario, quizás bastaba con El anarquista que se llamaba como yo, la ambiciosa novela que publicó en 2012 tras su libro de relatos Fricciones, y elegida mejor debut literario por El Cultural de El Mundo, entre otros elogios críticos. A mi modo de ver, esta nueva novela, otra vez en Acantilado, es sin embargo más sólida, sin momentos de desfallecimiento (cierto que no tiene la extensión de El anarquista) y con una prosa más medida y ajustada que a menudo depara hallazgos asombrosos: «El dolor es inevitable, el sufrimiento optativo» (cito de memoria); «(…) se puede llegar a querer más a alguien en una mañana que a otros en todo una vida», por citar solo dos.
En esta ocasión, Martín Sánchez ha tirado de la misma veta inspiradora que en su anterior novela: algo ligeramente relacionado con su biografía para construir una historia ajena a su vida. Si en En el anarquista que se llamaba como yo fue la coincidencia encontrada en Google de su nombre con la de ese anarquista que participó en un episodio particular de nuestra historia, ahora, sencillamente, Martín Sánchez elige el día de 1977 en que él mismo nació para construir un retrato de Barcelona. Es una historia que, por tanto, se inserta de lleno en la Transición.
Sin lugar a dudas la mayor originalidad de Tuyo es el mañana radica en sus puntos de vista narrativos. Encontramos varias voces, casi a modo de monólogos interiores, en ambientes bien diferenciados pero que poco a poco interseccionan y nos ofrecen un retrato coral de la de la época, tanto cotidiano como social. La originalidad estriba en la elección de esas voces, de esos ojos que miran como si no fueran observados, y que van desde un perro hasta un cuadro colgado en un salón.
Veinticuatro horas resultan suficientes para que el lector aprecie lo que podríamos llamar el espíritu de la época: la tensión entre una dictadura cruel y catolicona que no acaba de asumir su defunción, una sociedad e instituciones que de hecho no la matan del todo, y por consiguiente una democracia que empieza a nacer incompleta, aunque plena de ocultamientos y rencores.
Tuyo es el mañana no es un mero reflejo de usos y costumbres, ni mucho menos una novela ideológica, sino que a través de una trama, que por momentos nos mantiene en vilo, revela la parte por el todo y los contrastes de la época, como en la mejor de las tradiciones literarias: el aire corriendo en el mundo estudiantil, el ambiente viciado en los clanes dirigentes, las clases medias entre dos fuegos, la inocencia de la infancia, la violencia del inconformismo, el pasado doloroso y el desprecio por la vida de los poderosos, y tal vez, pero solo tal vez, un atisbo de esperanza.
Quizás algún pasaje se resuelve con trazo grueso (el olvido del magnetófono, por ejemplo) o alguna resolución demasiado precipitada en las últimas páginas, pero nada de ello es óbice para que reitere mi tópico inicial: Tuyo es el mañana consolida a Pablo Martín Sánchez.