La edad media, de Leonardo Cano

La Editorial Candaya publica La edad media, del autor murciano Leonardo Cano. En Eñe tenemos el placer de ofreceros como aperitivo un fragmento de la novela. ¡Que la disfrutéis!

 

Sobre el autor

Leonardo Cano (Murcia, 1977) es licenciado en Derecho y Máster en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Europea.

Premio Creajoven de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, ha sido abogado, guionista, creativo de publicidad, crítico gastronómico y colaborador en diversos medios escritos y digitales.

Actualmente, ejerce de funcionario de Justicia en un juzgado.

 

Sobre la obra

ElhijodelRana, Moya y Fauró agotan sus últimos días en las aulas de El Bosco, el elitista colegio que sus padres eligieron para que llegaran a ser médicos, abogados y arquitectos como ellos. Años después, al primero casi le han perdido la pista: es abogado de la firma «Roures y Asociados» en Barcelona y vuelve poco por la ciudad; Moya, pasada la treintena, aún sigue de funcionario interino de Justicia, donde el poder despótico de jueces con largos apellidos le recuerda diariamente que este mundo sólo es habitable desde un puesto superior al que ocupa; y Fauró sobrevive como puede a su tedioso trabajo en un banco, mientras siente languidecer su complicada relación a distancia con Julia, sin poder despegarse del chat en el que habla obsesivamente con ella.

Los tres coincidirán, junto a muchos otros de sus compañeros, en la «Cena 15º Aniversario de Promoción» que se ha organizado a través de las redes sociales. Será el momento de pasar a limpio ese futuro incierto y lleno de sombras que, quizás, ya se vislumbraba en sus conversaciones sobre Tintín Los Cinco o, más tarde, en su dilema entre Nirvana Pearl Jam.

En La edad media se suceden tres historias cruzadas en el tiempo, atravesadas por la ansiedad, el humor y la tragedia de las aspiraciones desbaratadas. Furiosa y lírica a la vez, la original primera novela de Leonardo Cano indaga en la profundidad del deseo a un ritmo enérgico que concatena el salvaje ambiente escolar del Mario Vargas Llosa de La ciudad y los perros, la ligereza de la mejor comedia romántica a través de la Red y la pasividad burocrática de un sistema judicial en el que reconocemos la aspereza de los personajes de Houellebecq o la impiedad de los de Bret Easton Ellis. En sus páginas, y mediante tres sorprendentes puntos de vista que entrelazan otras tantas historias del pasado y del presente, se nos muestra la peripecia vital, profesional y sentimental de unos jóvenes que, al contacto con la madurez, ven quebrados sus proyectos y sueños, y a través de ellos, los de toda una generación y una época que sentimos muy cercanas.

 

 LA EDAD MEDIA (Fragmento)

 

Y en el Bosco había que rezar a Dios y a San Francisco de Sales y a San Juan Bosco, y había que creer en las enseñanzas de nuestro Señor y en la santidad de nuestras familias.

Y había que dar gracias a Jesucristo y honrar a nuestros padres y al prójimo para que, casi todos los miércoles, el Hermano Vicente nos dejara salir antes de clase de Religión.

Y salíamos cortando por el patio de gravilla hacia los campos de futbito antes de que sonara el timbre y los mayores nos los mangaran.

Y pedíamos a pares y nones, y elegíamos equipo.

Y los paquetes, los gordos y los suaves, como Grau o Sierra, nos recogían los balones encanados en los setos o jugaban al baloncesto.

Y, los que no conseguían esquivar al Hermano Vicente, todavía menos jugaban al futbito.

Y el Hermano Vicente buscaba también dar las clases de Deporte, y preparaba una tesis sobre la elasticidad de los adolescentes en su despacho y en el cuarto trasero de la capilla y en su habitación del seminario.

Y llevaba preparándola muchos cursos, y no todos los mayores del colegio se partían el culo cuando veían que el Hermano Vicente obligaba a algún pequeño a seguirlo hacia las plantas de arriba, pero al que solía llevarse era a Niño.

Y el padre de Niño era catedrático de Física en la universidady lo traía en una Suzuki roja chulísima, y su madre era mucho más joven que él y se parecía a todas las que bailaban en el programa de Xuxa.

Y jugábamos diez o quince contra once o trece, todos en el campo de futbito, y con dos o tres balones, y éramos el doble o el triple si coincidíamos en el recreo con otras clases.

Y era la bomba que Silvio Letelier pudiera meter tantos goles entre todo ese barullo, y encima, era guapo y alto y ya le querían todas las del Jesús y María.

Y Marsellés y el Seco disfrutaban dando codazos a Vidal o a Montero o a cualquiera que se revolviera en plan gallito.

Y a Moya era muy difícil quitársela, porque siempre llevaba su cuello de avestruz hacia adelante protegiendo la pelota.

Y no era falta si nadie se quejaba.

Y, si la pelota caía en manos de los mayores, aprovechábamos para respirar hasta que los malos, los gordos o los suaves fueran a pedírsela.

Y no les esperábamos mientras los mayores les hacían la farola.

Y Fauró y el hijodelRana también pasaban del futbito, y se iban al quinto pino o a sentarse en las escaleras de la piscina cubierta para hablar del nuevo Astérix o de Tintin.

Y la piscina era un edificio bajo y de cristales empañados en el que nos pasábamos los martes haciendo largos de aquí para allá.

Y ya ves si nos enteramos de que el Hermano Vicente sacó medio cuerpo por la puerta de la piscina y los llamó para que entraran, y Fauró y el hijodelRana no encontraron ni una trola que meterle para quedarse en el campo de futbito con nosotros.

Y eran un enano y un gordo, y hacía semanas que Niño faltaba a clase de Religión.

 

 

M desayuna lo mismo cada mañana en la cafetería del Carrefour, frente a la Ciudad de la Justicia. En cuanto entra por la puerta, el camarero de talle alagartijado ya le ha servido el zumo de naranja y las tostadas con aceite de oliva en la barra. Si el camarero ve aproximarse por el cristal a los secretarios de lo contencioso, grita a la cocina: “Méteme tres medias, dos croissants, tres zumos, dos cortados…”, con las manos circundando sus caderas.

A M le jode la gente que disfruta con su trabajo.

En ese mismo bar desayunan otros funcionarios a los que M conoce. Pero él prefiere sentarse solo en la barra. Los funcionarios hablan y hablan en las mesas por turnos. Mastican con la boca abierta una repetición de bollos, café y tostadas. Sobre todo hay funcionarias, presumiendo: “Ése de ahí es mi juez, es buenísimo: en una mañana pone seis sentencias”, cuando los ven pasar al reservado dispuesto para Sus Señorías.

Nadie fuma en el local desde que entró en vigor la ley antitabaco. Enfrente, a la entrada de los juzgados, los funcionarios se amontonan alrededor de un cenicero metálico de pie. Hay que pedirles perdón a trompicones para intentar llegar a la puerta de cristal que precede al detector de metales.

El día que entró en vigor la ley antitabaco, Su Señoría D. José Augusto Galán Hernández de Teixidó también bajó a fumar a la entrada. Y se vio obligado a compartir corrillo con O, con R y con E, de la Oficina Judicial Nº 2, y con varios funcionarios de la Nº 3 y de la Nº 6.

No volvió a bajar.

La ley más justa es la ley de vida.

 

 

Chat con Julia Gainsbourg <juliettegainsbourg@gmail.com>

de:<ignacio.fauro@gmail.com>

Yo: allo, Juliette!

bienvenue à Orléans!‏

 

Julia: Buusyyyyy

Available tonight for a conference call around 23.00. Or r u going out 4 dinner?

Yo: too many dinners. i’ll be ready for cybersex

 

Julia: Tooonto

Cibersex… tu no estaras pensando demasiado en mi? ja ja ja

Luego te cuento, q al leer tu mensaje tenia un tio detras que se ha quedao flipado!!!

Yo: ok jaja

Julia: Mañana me voy a pegar una siesta en el avión sobre la que se escribirán odas ja ja. Es lo único bueno del oído malito, que pongo el otro contra el cabecero y con ése no oigo nada!..Así que, a soñar!!

Yo: jaj vaya tela

Julia: Oye, a parte de Delilo, qué otros escritores te gustan?

Yo: “aparte” 😉

Julia: No te creas que te voy a regalar un libro, eh!! O si?.. ja ja.

Es por si tengo tiempo y me puedo comprar alguno en el aeropuerto para llevármelo a Valencia…

Julia: “aparte” sí… un desliz lo tiene cualquiera!

Yo: en inglés?

pues me gustan muchos. ahora se me ocurren Updike, Bellow, Cheever… también Franzen, Amis… aunque dentro de media hora te puedo decir otros!

pero en el aeropuerto será difícil encontrar algo

Julia: Ok! este chat lo guardaré para posteriores regalos ;), si pasas de Summer roll a Autumn roll, claro está… jejeje

Yo: eh!! eso es mío!!

Julia: Aprendo rápido

Yo: DEMASIADO

Julia: ja ja

Yo: ;-D

 

 

Y el edificio olía siempre a corcho y a cloro, y todo el suelo desde la recepción era como una gran alfombra de fichas de Lego azules y rojas hasta la piscina olímpica.

Y los martes teníamos clase de piscina, e íbamos ya con el Meyba dentro de los pantalones.

Y no era martes, y ya ves si Fauró y el hijodelRana llevarían sus gayumbos blancos, y los de Fauró serían enanos como él y los del hijodelRana estarían gastados como una goma de borrar y casi ocultos por su barriga.

Y los dos posarían en posición de firmes.

Y el Hermano Vicente siempre los enfocaba un buen rato con su tomavistas antes de abrir su boca húmeda de patata ondulada.

Y no os preocupéis, es una simple prueba científica.

Y de su maletín de cuero marrón mierda sacaba un metro, y cuando la cerraba se oía una música puntiaguda de metales.

Y lo primero que hacía era medir la distancia entre la mano y el codo, y luego entre el codo y el hombro, y pasaba después a la espalda.

Y les bajaba despacio los calzones hasta los tobillos y trasteaba con sus manos frías en la carne, y aunque era alto, el Hermano Vicente se mantenía como un palo en cualquier postura.

Y murmuraba los resultados con su boca pegajosa y tenía pinta de saberse muy bien la tesis.

Y ya ves si nos enteramosde que se pasó casi todo el tiempo con Fauró, y el hijodelRana no decía nada allí al lado porque era un gordo.

Y, a continuación, el Hermano Vicente le pidió al hijodelRana que saliera y los dejara solos, y el hijodelRana pudo agradecer ser el hijo de quien era por primera vez en su puta vida.

Y los dedos del Hermano Vicente se introducirían en los huecos de Fauró y volverían a aparecer más tarde.

Y se escucharía respiración, martirio, algún conjuro.

Y usaba objetos.

Y al salir, a Fauró le temblaban las piernas como antenas y no quiso hablar del asunto con el hijodelRana, por mucho que él le preguntara.

Y el caso es que, a partir de ese día, Fauró fue poco a poco contestándole con monosílabos, y Moya con él, hasta terminar los dos por no dirigirle la palabra.

Y, por mucho que él se preguntara por qué, ya fue “el hijodelRana” para todos en el Bosco.

Y menos para su padre, que seguía llamándole «Gómez” hasta la misma puerta de salida.

 
Fotografía: La mano robada