Los experimentos «fotoliterarios» de Chema Madoz con Brossa y Gómez de la Serna y la mejor fotografía latinoamericana llegan a La Fábrica en noviembre

El mes de noviembre arranca en La Fábrica con importantes novedades editoriales y la reedición de dos de los títulos más icónicos de nuestra editorial.

En Caracas. A doble página, el fotógrafo y arquitecto Ramón Paolini (Carache, Venezuela, 1949) ofrece un retrato de las múltiples caras de la capital venezolana. Coeditada con el Archivo Fotografía Urbana, el volumen invita a conocer los distintos paisajes encerrados en una ciudad polisémica. Una visión íntima de un lugar con historia, con un presente y un futuro que se construye y reconstruye con una tenacidad asombrosa. Las imágenes dan fe de que Caracas es más que una ciudad desordenada; es un homenaje a la paradoja. Hecha de cemento, acero y cristal, sin embargo está situada en un extraordinario paraje geográfico, rodeada de una extravagante naturaleza en la que no faltan montañas, valles y ríos. Ramón Paolini es diplomado en Arquitectura y especialista en Restauración, y lleva más de 30 años retratando Caracas. Formó parte del equipo fundador de la Dirección de Patrimonio Histórico de Venezuela, institución que dirigió posteriormente y desde la que organizó importantes exposiciones en el país.

Venezuela está presente asimismo en las fotografías de Paolo Gasparini, a quien se dedica el nuevo volumen de la colección PHotoBolsillo, de cuya edición gráfica se ha ocupado Horacio  Fernández. El autor, viajero impenitente a lo largo y ancho del continente americano, traza en este libro un personal retrato del paisaje y la esencia latinoamericana. Originario del norte de Italia, se mudó a Venezuela a los 20 años, y en su extensa carrera se ha convertido en uno de los más renombrados fotógrafos del continente. Relacionado con el neorrealismo italiano, en sus inicio estuvo influenciado por Paul Strand. La fotografía de calle ha sido uno de sus intereses principales, que desarrolla en multitud de escenas capturadas en las calles de Caracas, Ciudad de México, São Paulo o Los Ángeles, buscando una conexión profunda y humana entre las gigantescas áreas metropolitanas y los individuos que habitan en ellas. En 1993 obtuvo el Premio Nacional de Fotografía de Venezuela, el galardón más importante del país en esta disciplina.

Junto con estos dos nuevos títulos, La Fábrica reedita dos de sus obras más representativas, dos ejercicios diferentes en los que la literatura se plasma en imágenes de la mano de Chema Madoz.

Fotopoemario es el resultado de un esfuerzo conjunto entre el poeta Joan Brossa y el fotógrafo Chema Madoz. Ambos, desde la palabra el primero y desde la imagen el segundo, demuestran que, si bien una imagen puede valer más que mil palabras, un poema a su vez puede ofrecernos una gran imagen. Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) no entendió nunca de géneros: prefirió frecuentarlos todos para crear su propio concepto de poesía. Solo en él es posible que convivan surrealismo, sencillez, compromiso y humor. Chema Madoz (Madrid, 1958) ha logrado seducir tanto a la crítica especializada como al gran público, lo que muy pocos logran. Se vale de figuras literarias (analogías, metáforas, paradojas…) para crear un discurso artístico que es fotografía, escultura y poesía. Madoz altera nuestra percepción inmediata creando una realidad diferente en la que el espectador participa e interpreta. Premio Nacional de Fotografía en el año 2000, fue el primer fotógrafo español vivo al que el Museo Reina Sofía dedicó una retrospectiva.

Las imágenes de Madoz también aportan textura a las Nuevas greguerías de Ramón Gómez de la Serna. El volumen recoge más de 400 greguerías en su mayor parte inéditas que proceden de los fondos de la Universidad de Pittsburg (Estados Unidos), institución a la que la viuda del escritor vendió en 1970 la ingente cantidad de libros y manuscritos en los que Gómez de la Serna trabajaba en sus últimos años. La hispanista Laurie-Anne Laget ha rastreado a fondo el archivo para recopilar las greguerías, que son muestra del enorme talento que el autor volcó en este género humilde pero de profundas resonancias que él mismo definió como “humorismo + metáfora”. Las greguerías son píldoras de poesía que casan a la perfección con las sugerentes imágenes de Chema Madoz, llenas de juegos, guiños y trampantojos, donde nada es lo que parece y donde la realidad aparente es sustituida por otra mucho más imaginativa y cercana.