Eduardo Arroyo. El Buque Fantasma reúne 38 obras entre escultura y pintura producidas por el artista desde el año 2000
El título de la muestra coincide con el del nombre del último cuadro pintado por Arroyo, una gran composición en forma de fantasía literaria inspirada en la ópera de Wagner
El recorrido se completa con el audiovisual Arroyo. Exposición Individual, en el que el artista ofrece un apasionante monólogo de 24 horas de duración
Junto con la exposición se ha editado un libro que recoge todas las obras de la muestra y dos textos de la comisaria, Fabienne Di Rocco, y del escritor Julio Llamazares
La exposición podrá visitarse del 12 de enero al 17 de marzo en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico
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El pasado 14 de octubre fallecía en Madrid Eduardo Arroyo, uno de los artistas más completos y destacados de la historia del arte contemporáneo español.
El madrileño se encontraba inmerso, a sus 81 años, en la preparación de la que acabaría por convertirse en su exposición póstuma, Eduardo Arroyo. El Buque Fantasma, un homenaje al universo creativo del autor que reúne 38 obras, entre escultura y pintura, creadas por Arroyo desde el año 2000.
La exposición, coproducida junto a la Fundación ENAIRE y comisariada por Fabienne Di Rocco, pone el broche final a una trilogía expositiva que empezó en 2017 en la Fundación Maeght de Saint-Paul-de-Vence (Francia) y continuó en 2018 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Las obras que se reúnen en esta muestra corresponden a un periodo fecundo y de gran vitalidad en la biografía de un artista que siempre estuvo al pie del cañón —en los últimos años, más que nunca—, demostrando su constante creatividad y realizando algunas de sus obras más significativas.
El título de la exposición proviene del último cuadro pintado por Eduardo Arroyo en julio de 2018 en su taller de Robles de Laciana (León). Como señala la comisaria de la muestra, “a partir de la famosa leyenda del marinero maldito recreada en la música de Richard Wagner, Arroyo inventa una gran composición en forma de fantasía literaria donde el amarillo y los colores primarios compiten con la máscara negra del personaje de Fantômas, que juega como en un jeroglífico contra otros fantasmas presentes en la exposición”.
Junto con la alegoría wagneriana, la obra de Arroyo está plagada de referencias literarias, teñidas de color y de altas dosis de ironía. Dorian Gray, Moby Dick y su pulso con el capitán Ahab, Don Juan Tenorio, Falstaff, Madame Butterfly o Doña Inés aparecen recogidos en las obras de Arroyo que componen esta muestra, que también referencia, de nuevo desde el humor, a Unamuno o La guerra de los mundos.
La exposición se completa con la proyección de la película Arroyo. Exposición individual, producida en 2011, en la que el artista realiza un extenso y apasionante monólogo de 24 horas de duración.
Además, acompañando a la muestra se ha editado el libro Eduardo Arroyo. El Buque Fantasma, con 41 imágenes y dos textos de la comisaria, Fabienne Di Rocco, y del escritor Julio Llamazares.
Sobre Eduardo Arroyo
Eduardo Arroyo nació en Madrid el 26 de febrero de 1937. Se adelantó a la llamada a filas para liberarse cuanto antes del servicio militar obligatorio y poder abandonar la irrespirable atmósfera de la España franquista. En 1958 se exilió en París con la idea de dedicarse al periodismo, pero muy pronto se interesó por el poder de la imagen y la inmediatez de su mensaje, y ya en 1960 participó en el Salón de la Joven Pintura.
Al rechazar tanto los dogmas artísticos como la arbitrariedad política, se convirtió en uno de los protagonistas de la llamada Figuración Narrativa, como bautizó el crítico Gérald Gassiot-Talabot a este movimiento. Ya desde aquella época, en su producción se alternan periodos violentamente provocadores y corrosivos con otros más humorísticos y amables. Ejemplo notable de provocación fue su primera exposición en Madrid en 1963, censurada y finalmente clausurada por las autoridades porque uno de los toreros retratados presentaba una sospechosa semejanza con el general Franco.
La técnica de trabajo de Arroyo se basa sobre todo en la alquimia del collage. Un eclecticismo deliberado lo llevará a trabajar con todos los materiales que le permitan expresar su universo, recurriendo a las técnicas de la estampa, la cerámica, la escultura, los collages fotográficos o el collage de materiales diversos, para luego volver al óleo y al lienzo con renovada energía. Su lenguaje pictórico se construirá a partir de una pintura literaria y autobiográfica, a menudo articulada en series en las que rivalizan la ironía, lo tragicómico y el pastiche.
A pesar de abandonar su idea de ser escritor, nunca renunció a la escritura. Firmó varios libros, entre ellos, la autobiografía Minuta de un testamento, a la que siguió Bambalinas, la biografía Panamá Al Brown, el libro de reflexiones Sardinas en aceite, una guía personal del Museo del Prado titulada Al pie del cañón, y El Trío Calaveras: Goya, Benjamin y Byron, boxeador, un ensayo en el que retrata a estos tres fascinantes personajes.
Eduardo Arroyo falleció el 14 de octubre de 2018 en Madrid. Acababa de terminar la tercera parte de su autobiografía, titulada Diez negritos, y de colaborar en la nueva edición de Al pie del cañón. En septiembre había inaugurado la exposición Tríptico en Segovia, preparaba la exposición que hoy presentamos.